sábado, 7 de septiembre de 2024

Pantagruel y las opiniones.






 

    No tengo claro por qué el algoritmo de IG se empeña en que tengo que ver estos vídeos o los posts del chico este, pero me los mete por todos lados, sí por ahí también.  Ya he tenido varios conatos de comentario, pero me resistía entrar en el juego de su algoritmo. No me queda claro si este tipo de comentarios son una provocación gratuita en el ánimo de buscar precisamente que calentar al algoritmo en búsqueda de difusión, lo que sería perdonable o realmente cree todas estas cosas que dice, lo que sería muy cuestionable.


    La falta de respeto generalizada que muestra hacia otros compañeros, así como los comentarios banales, desacreditan sus  opiniones.


    Me permitiré comentar que hay mucho escrito sobre el “arte” desde la Grecia clásica hasta nuestros días, la historia del pensamiento al respecto es inconmensurable, más aún desde la aparición de la “estética” como rama de la filosofía en el siglo XVIII de la mano del filoso Baungartem. A partir de ahí Kant, Hegel, y la mayoría de los filósofos, sobre todo los más importantes han escrito sobre ello y el que más y el que menos ha opinado sobre “su filosofía del arte”.  Así que cuando alguien acude a la manida frase “en cuanto a gustos no hay nada escrito” hay que decir que sí, que sí que hay escrito, lo hay y mucho, lo que pasa es que normalmente la gente no lee.


    Es a través de los posos de ese pensamiento y del idealismo alemán de donde surge el “romanticismo alemán” y es este el que nos ha dejado como legado esta pobreza intelectual, donde “lo sentido” por el artista se hace palabra divina  incuestionable.  


    Preguntaba el filósofo Gustavo Bueno “¿y no le da a usted vergüenza llamarse artista?” Esto no lo hacía con la intención de insultar o faltar al respeto, simplemente cuestionaba la idea/concepto de arte; decir que uno es artista presupone que conoce y sabe cuál es esa idea o concepto. 


    Hace 15 o 20 años el artista, en mi caso, el fotógrafo, publicaba en su página web sus trabajos, en el ánimo de que alguien se interesase por él  y tuviese acceso a poder ver de forma global lo que hacías. Una web, te permitía en el mejor de los casos, presentar tu obra de forma organizada, razonada, sosegada y “aseada”.  Cuando  tenías necesidad de expresar tu opinión, lo hacías a través de blogs de este estilo, donde vomitabas aquello que te parecía oportuno y libremente había gente como tú, que si le apetecía, te leía. 


    Pero llegaron las rr.ss. donde se creó la obligación de tener que subir contenido diario para que el algoritmo diese prioridad de visualización  a tu trabajo en el mejor de los casos, o para que los demás no pensasen que te habías muerto si tras 15 días no habías publicado nada, en el peor de ellos. Hay que publicar y publicar y el algoritmo te ayudará a meter por los ojos, o por otros orificios, quién sabe, tu trabajo a todo dios y a todo demonio; trabajos o post que no te gustan o simplemente no sientes ningún interés por ellos. 


    Oí hablar un día a un filósofo que decía que cada uno de nosotros somos distintas personas al cabo del día, que nos vemos obligados a ser varias personas en el transcurso de nuestro día a día. Durante unas horas se es la persona profesional que trabaja en el trabajo que le da de comer, en otros momentos es la persona amiga que se relaciona con sus amigos, otras la persona familiar que está con sus padres, pareja o hijos, y en otros momentos se es  la persona artista, si es que está no la compatibilizas con la profesional. Cada una de esas personas es una persona diferente, no puedes ser la misma persona cuando estás en tu trabajo que cuando estás con tus amigos o familiares, y por una mera cuestión de salud mental, debes ser capaz de diferenciar y separar a esa persona y así poder descansar, tú de ti mismo y los demás de ti.  


    Según este razonamiento, entiendo que uno puede ser artista, y debe serlo cuando desarrolla su trabajo u obra. Seguramente este trabajo puede ser muy excéntrico, bohemio, loco, etc., y eso está muy bien. Pero uno no tiene la obligación de ser artista 24 horas al día para demostrar a aquellos que tiene a 500 km a la redonda hacer saber  que TÚ eres EL ARTISTA, me parece agotador para el artista y para todos lo que podamos estar a su lado. Esto hace que habitualmente llenemos nuestros espacios muchas veces con “sin sentidos” que nada tiene que ver con nuestro trabajo. La capacidad creativa de un artista tiene sus límites y hay quienes piensan que hay que ir “artisteando” veinticuatro horas al día, para que cuando salgas en cualquier foto, siempre seas TÚ EL ARTISTA. Cómo digo, ¡ agotador! 


    Pero como decía antes, con la llegada de las rr.ss. parece que más de uno se ha desnortado y en esa vorágine de publicar y publicar, publica sus mierdas con la autoridad que le da ser artista. Esto hace que nos encontramos con casos como los que os comparto, en el que puedo llegar a entender y respetar su obra, pero de ninguna de las maneras lo puedo hacer con sus opiniones y/o  publicaciones. 


    Siempre he creído en la sabiduría del refranero popular y hay uno que dice “zapatero a tus zapatos” 


    Las opiniones son como los culos, cada cual tiene el suyo y no deja de sorprenderme cómo la opinión de cualquier artista, curador o comisario, adquiere un rango extraordinario, a modo de nuevo Midas que convierten en oro todo aquello que sale por su boca, cuando todos conocemos, como dice la canción, que nos volvemos vulgares al bajarnos de cada escenario. 


    En algún tiempo no muy lejano perdimos a nuestros dioses, en ellos depositábamos nuestra fe y a ellos acudíamos cuando necesitábamos algo, pero no sabíamos cómo conseguirlo. Hay quienes afirman que nos volvimos laicos, pero parece ser que lo único que hicimos fue cambiar unas deidades por otras.

    Decía el filósofo José Antonio Marina que “no todas las opiniones  son igual de respetables… la respetabilidad de las opiniones depende del contenido de las mismas”. 

    Cada cual tiene derecho a expresar su opinión y las RR. SS. nos han brindado un espacio para poder hacerlo, pero olvidamos  que si una opinión no está argumentada o razonada, es un vómito más… salga de donde salga. Hemos denostado el espíritu crítico que, sin conocimiento, es pura charlatanería. 



    Un cordial saludo.